Hasta que punto nuestra mente controla nuestro cuerpo? Cómo es posible que a través de la sugestión, nuestro cuerpo ponga en marcha sus propios procesos de curación?
A menudo, en mi práctica clínica, no dejo de pensar en la cantidad de pacientes que recibo, que me explican que en su radiografia aparece una hernia, y les han indicado no flexionar su columna hacia delante. Que eso sería «terrible», les doloría mucho, incluso hasta se quedarían «clavados». Esto genera que el paciente empiece a moverse con miedo, anticipando el dolor, o peor aún, deje de moverse.
Y comienza así un círculo vicioso: no me muevo porque me duele, me duele porque no me muevo. Cuánto daño, muchas veces, pueden generarnos estos mandatos que solo asustan y fragilizan al paciente.
Quizás es hora que, como profesionales de la salud, empoderemos nuestros pacientes, haciéndolos partícipes de su propia recuperación, educando y dejando de separar cuerpo-mente. Los pacientes, con su patologia, su dolor y su entorno, son un todo.
Diagnóstico, no es destino. Humanicemos las sesiones, y utilicemos el poder de nuestra mente a nuestro favor.
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